viernes, 6 de noviembre de 2009

EL FIN DEL MUNDO

Hay temas que son recurrentes en las distintas sociedades a través del tiempo. Uno de ellos tiene que ver con el futuro, tanto personal como de la humanidad, de nuestro planeta y del universo. Se puede observar que en forma periódica y casi cíclica, originada en distintas fuentes y bajo circunstancias diferentes sale a la escena un tema que genera incertidumbre e intriga.

Sin duda el tema sobre el fin del mundo, es una de las preocupaciones de los seres humanos a través de la historia y común a las distintas culturas, muchas de ellas con trasfondos culturales y religiosos que no tienen vinculación alguna entre si. De hecho, muchas de las culturas antiguas y etnias aborígenes alrededor de la tierra tienen una idea aunque sea vaga o distorsionada de un final, un cataclismo o algo o alguien que marcará el fin de las cosas.

Muchos se han basado en pseudo profecías, que no pasaron de ser el fruto de personas que habían sido engañadas y que en forma crédula o no, lograron comunicar lo que pensaban. Algunos fundamentan sus dichos en oráculos antiquísimos. Otros basados en predicciones bien intencionadas que pretenden ser interpretaciones bíblicas, por supuesto sin fundamento alguno, basado en interpretaciones personales o deducciones de menciones aisladas sobre el tema, pero no apoyadas en el conjunto del texto bíblico, no siendo más que burdas especulaciones. Como así también otras, nacidas en grupos sectarios que se apoyan en supuestas “revelaciones” recibidas por personas -algunas contemporáneas y otras de siglos pasados-, que según ellos son “elegidas”.

Lo cierto es que su cumplimiento, tan esperado por ellos como por sus seguidores o adeptos no se produjo. Y lo llamativo es que en todos los casos no reconocieron que lo que auguraron no era genuino. Algunos guardaron silencio por un tiempo y luego a la manera de algunos políticos actuales, después de un tiempo pensando que la gente se había olvidado de sus dichos, salieron de nuevo a escena como si “no hubiese pasado nada”. En cambio otros salieron a explicar que “no estaban equivocados sino mas bien que erraron en algún cálculo” y los menos no hablaron más del tema. Sus libros, videos y conferencias pasaron al olvido o lo que es peor aún como si nunca hubiesen existido.

Es claro que es un tema que ha preocupado e inquietado a muchos a través del tiempo por eso debiéramos preguntarnos por qué –como decíamos anteriormente- a través de los siglos, en distintos lugares y culturas no afines, está latente esta preocupación. Se podrán hacer muchas conjeturas pero lo cierto es que es necesario reconocer la existencia de un creador común a todos, como así también una identidad básica común. Ese creador es Dios, quien ha generado esta inquietud y se ha ocupado de dejar datos ciertos referentes al fin.

Cuando la Biblia es leída y analizada en su contexto cercano y como “un todo” -en su contexto general-, poniendo en práctica un principio básico de la exégesis bíblica que es: “El texto fuera de su contexto es un pretexto”, llegamos a la conclusión que hay muchas menciones respecto al tiempo del fin, pero también es cierto que Jesús mismo dijo que nadie sabía ni el día, ni la hora.

Es por esto que los acontecimientos que vemos a diario y que nos estremecen, como ser hambres, pestes, terremotos, violencia, cataclismos, entre muchos otros, son señales inequívocas de que el tiempo del fin no está lejos. Pero también es cierto que no ha dejado fecha exacta y que estas señales no son para alarmar a la población del mundo, sino como una llamada de atención a manera de un “Gran despertador”. Esperando que cada uno se despierte a la realidad de su existencia y que le valore en la medida que Él espera.

Ese “Gran despertador” nos dice: ¡Abre tus ojos, levántate, mira la realidad!. ¿Cuál es la realidad entonces? ¿Y qué hacer para valorarle como Él espera?. Es muy sencillo y esto se puede ver claramente en la lectura sencilla y sin prejuicios de su Palabra escrita que es la Biblia.

Si bien el fin ocurrirá y su fin será por medio de fuego, donde los elementos arderán y se consumirán, proveyó una puerta a través de la persona de su hijo Jesús. Dios dispuso que su Hijo –que ya existía- naciera como hombre con el objetivo de poner su vida en reemplazo de cada ser humano, sufriendo en si mismo el castigo inmerecido en la cruz que cada uno de nosotros merecemos, para así pagar Él, el precio de nuestros pecados y perdonar a todo aquel que con un corazón agradecido y arrepentido, se acerque a Él pidiéndole perdón por sus pecados, dispuesto a vivir una vida distinta junto a otros que tomaron la misma decisión.

Este “Gran despertador” está sonando y te llama para que te tomes de la esperaza de vivir reconciliado con quien creó todo y determinó con claridad lo que ocurrirá y el momento justo. Sabiendo que todo aquel que tome esta decisión no sufrirá este fin tan temido. ¡Esta es la verdad y la realidad y lo que Él espera de cada uno!.


Pr. Rubén Jorge Rodríguez