lunes, 14 de diciembre de 2009

EL CUMPLEAÑOS

Una familia, quizás como una de las nuestras, en un día caluroso de verano, en una ciudad como esta, se aprestaba para festejar un cumpleaños muy especial, como aquellos a los cuales nosotros le damos una relevancia significativa, afectuosa y de reconocimiento.

Cuidadosamente prepararon una lista incluyendo a los invitados, teniendo especial cuidado de no olvidar a aquellos que habían dispuesto que participasen, aún más la repasaron entre varios para no equivocarse.

Se distribuyeron las distintas tareas entre quienes lo organizaban. Buscaron un lugar adecuado, amplio, limpio. Lo decoraron y adornaron para esta ocasión tan especial. Conversaron y decidieron en que consistiría el lunch y las bebidas y fundamentalmente el brindis para culminar este momento tan grato homenajeando a quien cumpliría años, como así también, cómo y quienes lo servirían.

Destinaron un lugar para dejar los obsequios, eligieron la música que según entendían, sería acorde al momento. Prepararon las mesas y mientras terminaban de poner los cubiertos comenzaban a llegar los invitados.

Sus rostros reflejaban alegría, claro, era un día especial y en medio de la algarabía depositaban los obsequios que traían. Llegó el momento tan esperado, comenzaron a cenar festejando este tan esperado cumpleaños cerrando la puerta del lugar. Transcurrían las horas en medio de júbilo, risas, y música. Cuando ya avanzaba la noche, después de haber cenado, alguien preguntó ¿Vieron al cumpleañero?.

Con asombro unos y con sonrisas irónicas otros dijeron: ¿Como preguntas eso? ¡Allá está! ¡Si allá!, otro respondió. A la mesa principal había un hombre sentado que se destacaba del resto, usaba ropa de pleno invierno, de color muy llamativo, adornaba su cabeza con un gorro muy especial. Era el centro de atracción, sus carcajadas muy particulares generaban la simpatía de todos los asistentes, principalmente los niños se acercaban para besarle, muchos de ellos llevados por sus padres.

En un momento otro dijo, ¿Qué hace este hombre acá? ¡Hoy es nochebuena y estamos festejándole el cumpleaños a Jesús! ¿Quién me puede decir dónde está?. Poco a poco ceso el ruido mientras se miraban reconociendo el grave error.

En medio de los preparativos se olvidaron de decirle a Jesús que querían honrarlo y homenajearlo, olvidando invitarlo. ¡Quien cumplía años no estaba presente! ¿Quien era entonces ese hombre que había pasado a ser el centro de la atención de todos? Alguien respondió, algunos lo llaman papá Noel y otros Santa Claus.

Al reunirte en esta nochebuena o Navidad, con aquellos a quien amas para festejar el nacimiento de Jesús, no te olvides que Él debe ser el centro y además debes saber que sin Jesús no hay Navidad. Aquel o aquello que lo reemplace ocupará un lugar que no le corresponde. Comienza este tiempo dándole a Jesús el valor y lugar que tiene.

Hace más de dos mil años decidió nacer entre nosotros con el objetivo de reconciliarnos con su Padre Dios, librando así de las consecuencias de nuestros pecados a todos aquellos que le reconozcamos como el Hijo de Dios y arrepentidos de nuestros pecados le digamos “¡Jesús perdóname! Reconozco que no merezco tu perdón, pero te ruego que tengas misericordia de mí”. Haciéndole esta declaración con la firme decisión de rendir a sus pies nuestro pasado, presente y futuro. Dispuestos a vivir una vida nueva tomados de su mano.

Felicidad y recuerda que: ¡La Verdadera Navidad es con Jesús!.

Pr. Rubén Jorge Rodríguez