viernes, 18 de septiembre de 2009

LA FRAGILIDAD

En las últimas semanas hemos visto y oído a través de casi todos los medios de comunicación, sobre la Gripe A y los efectos secundarios que produce, como así también las recomendaciones para evitar contagiarnos y su propagación.

Es mucha la información que nos llega al respecto y a veces pareciera ser contradictoria; quizás por no estar preparados para comprender temas epidemiológicos, o por sólo ser partes de una verdad, o por provenir de personas que aunque bien intencionadas, repiten conceptos técnicos que no dominan. Lo cierto es que la falta de unidad en la información nos lleva a la desinformación, generando una confusión que en algunos casos es cómplice con el descuido o con la desesperación.

Sin duda es necesario valorar y poner en práctica las recomendaciones que nos dan las autoridades sanitarias y los especialistas en el tema pero es lamentable ver a muchos haciendo caso omiso; casi con una valentía absurda “sacarle pecho” a la pandemia, desafiarla y aún exponiendo a otros.

El peligro que advierto es que en algunos se ha convertido en una psicosis; personas y aún familias presas del terror encerradas en sus casas con barbijos y guantes, advirtiéndose impregnado en los ambientes el olor a alcohol. Otros caminando por calles solitarias de barrios cerrados con barbijos evitando todo contacto con un ser humano, y muchos, presos también de esto, pero a la vez viajando en los medios masivos de transporte, manipulando dinero y concurriendo a lugares de asistencia masiva, porque no tienen otra alternativa, originándoles un sufrimiento extra.

El miedo les ha invadido, y va más allá de tomar las precauciones del caso, les paraliza y en algunos casos deprime. Sintiéndose impotentes y frágiles como si esperasen el ataque en forma inminente.

Pareciera que las epidemias nos persiguen, la fiebre amarilla, el cólera, luego en verano el dengue, ahora la gripe porcina y ya se está hablando que en nuestro país habría casos de dengue en pleno invierno. Sería bueno seguir el ejemplo del apóstol Pablo, quien contaba entre su equipo con un médico llamado Lucas y a la vez confiaba y creía que Dios le cuidaría y así ocurría.

Respecto a las epidemias y endemias encontramos que Jesús dijo que en el tiempo previo a su segunda venida, donde vendría a llevar consigo sólo a quienes creyesen en el, y le reconocieran como el Señor de sus vidas, habría entre otras cosas, pestes. Mas precisamente dijo que oiríamos o tendríamos noticias de guerras, rumores de guerras, pestes, hambres y terremotos, pero que no nos asustemos, pues así tendría que ocurrir, sin embargo advirtió que aún no sería el fin.

Me dirán que estas cosas siempre ocurrieron, y por cierto que así es. Pero la palabra clave es que “oiríamos” o “tendríamos noticias”. Es notorio que gracias al avance en las comunicaciones y el Internet, hoy tenemos noticias de acontecimientos que antes no se hubieran conocido, y si se supiera de ellos sería después de días, meses y aún años.

No debemos amedrentarnos, pero mientras tomamos las medidas recomendadas, es necesario rechazar de nosotros el temor esclavizante y vivir reconciliados con quien nos advirtió que estas cosas ocurrirían y que tendríamos noticias de ellas y a la vez prometió que a quienes le reconozcan como Señor les daría una paz como nadie se las podría dar. Con una humilde actitud de reconocimiento de su señorío, toma la decisión de pertenecerle a Jesús y con tus propias palabras decile que depositas toda tu confianza en El. Pedile perdón por tus errores y pecados, por no haber confiado y buscado agradarle.

Afrontaremos la vida con una óptica distinta, con la esperanza que aunque acontezcan cosas como estas, podemos caminar tomados de la mano de Dios y como consecuencia en el transcurso del tiempo veremos como no sólo seremos llenos de su paz, sino que seremos un valioso aporte a la sociedad.



Pr. Rubén Jorge Rodríguez